Dulces Párrafos AFTER: ALMAS PERDIDAS


[Tessa]
-¿Quién era?
-Max. Hardin está en su cabaña con Lillian -dice, y se me cae el alma a los pies.
-¿Lillian? -pregunto sin  poder evitarlo.
-Es la hija de Max, tiene más o menos tu edad.
¿Por qué iba a estar Hardin en la cabaña de los vecinos con su hija? ¿La conoce? ¿Ha salido con ella?


[Tessa]
-Bueno, y si ése es tu novio, ¿quién es la chica que está con él?
-Se llama Lillian -digo como si escupiera veneno-. No la conozco, él tampoco..., bueno, al menos antes no la conocía, parece que ahora ya la conoce muy bien.


[Hardin]
-Siempre te querré, espero que lo sepas.
<Deja de hablar, Tessa, por favor.>
-Y alguien más también lo hará, espero que tanto como yo.
-Shhh -chisto con suavidad. No puedo oír eso.
-No estarás siempre solo. Sé que lo he dicho, pero si buscas ayuda o algo y aprendes a controlar tu ira, encontrarás a alguien...
Me trago la bilis que asciende por mi garganta y me acerco a la puerta.
-Vete -digo, y le cierro la puerta en la cara.


[Tessa]
-Tessa...
-Hardin, por favor... -Me aparto. Esta salita es demasiado pequeña para evitarle, y mi autocontrol comienza a fallar.
-Vale -suspira finalmente y sus manos se enredan en su cabello, su habitual gesto de frustración.
-Necesitamos esto, sabes que lo necesitamos. Tenemos que pasar tiempo separados.


[Tessa]
Pongo los ojos en blanco.
-Cómo no. Si tu única herramienta es un martillo, todos los problemas te parecen clavos.
Sonríe con malicia.
-¿Me estás diciendo que quieres que te martillee?


[Hardin]
-Ven aquí, nena -la invito con los brazos abiertos para que recueste la cabeza en mi pecho. Quiero decirle lo mucho que significa para mí que haya llevado tan bien lo de Natalie, pero no encuentro las palabras adecuadas. Creo que lo sabe, tiene que saber el miedo que me daba que algo se interpusiera entre nosotros.
Se queda dormida en cuestión de minutos, abrazada a mí, y las palabras fluyen libres mientras le acaricio el pelo con los dedos.
-Lo eres todo para mí -digo.