Dulces Párrafos LA ELEGIDA


[Maxon y America]
-Miro a las demás e intento ser justo. A veces me siento incómodo al darme cuenta de las cosas que siento. Pero quiero que sepas que también te miro a ti. A estas alturas ya sabes que no puedo evitarlo -dijo, encogiéndose de hombros, como un niño avergonzado.


[Maxon y America]
Maxon puso fin al beso y me miró.
-Estás preciosa cuando estás hecha un asco.
Solté una risita nerviosa.
-Gracias. Por eso, por la lluvia y por no rendirte.
Él pasó los dedos por mi mejilla, mi nariz y mi barbilla.
-Valía la pena. No sé si eres consciente, pero para mí valía la pena.


[Maxon y America]
-Dilo, America. Por favor. Dime que me quieres, que quieres ser solo mía.
-No puedo ser solo tuya mientras estén aquí las otras chicas.
-Y yo no puedo enviarlas a casa hasta estar seguro de tus sentimientos.
-Y yo no puedo darte lo que quieres mientras sepa que mañana podrías estar haciendo esto mismo con Kriss.
[...]
-No puedo decirte que no me importa nada. Pero sí te puedo decir que tú me importas más.
-¿Y cómo voy a estar segura de eso si no la envías a casa?
En su rostro asomó una sonrisa pícara. Acercó los labios a mi oído.
-Se me ocurren unas cuantas maneras de demostrarte lo que me haces sentir -susurró.


[Maxon y America]
-Eso espero. En parte porque sí, se espera de nosotros que tengamos herederos. Pero también... porque lo quiero todo de ti, America. Quiero las vacaciones y los cumpleaños, las temporadas de trabajo y los fines de semana de descanso. Quiero huellas de mermelada en mi escritorio. QUiero bromas privadas, discusiones, lo quiero todo. Quiero una vida a tu lado.
De pronto, los últimos minutos se borraron de mi mente. La sensación cálida que crecía en mi pecho iba apartando todo lo demás.
-Yo también lo quiero -le aseguré.


[Aspen y America]
-Tenemos que acostumbrarnos a esto -dijo.
-¿A qué? ¿A que todo sea horrible?
-No -respondió negando con la cabeza-. A que la normalidad ya no es la de antes. Todo lo que antes tenía sentido va cambiando.
Solté una risa.
-Sí, claro que cambia. Es evidente.
-Tenemos que dejar de tener miedo al cambio. -Me miró con ojos suplicantes, y no pude evitar preguntarme a qué cambio se refería.


[Maxon y America]
-Mírame, America.
Parpadeé unas cuantas veces y le miré a los ojos. Pese al dolor, me sonrió.
-Rómpeme el corazón. Rómpemelo mil veces, si quieres. De todos modos solo ha sido tuyo, desde el principio.
-¡Chis!
-Te querré hasta mi último aliento. Cada latido de mi corazón es tuyo. No quiero morir sin que lo sepas.


[America]
Me coge las manos como si fueran lo único que le mantiene unido a la Tierra. Me concentro en las palabras que voy a tener que decir, en las promesas que nunca romperé. Es un día mágico.
Sin embargo, incluso en este momento sé que no es un cuento de hadas. Sé que habrá momentos duros, que nos harán dudar. Sé que las cosas no siempre irán como queremos y que tendremos que poner de nuestra parte para recordar que esto es lo que hemos escogido. No será perfecto. No siempre.
Al fin y al cabo, esto no es un final de cuento de hadas.
Es mucho más que eso.

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