Dulces Párrafos DI MI NOMBRE: Trilogía El Affaire Stark, I

-Jackson, estoy bien. Me gusta estar aquí afuera.
-Te encontraré un castillo desde el que se vean las estrellas -dice-. Pero ahora mismo tienes frío.
-No es verdad -replico-. Tengo una manta. Te tengo a ti. Tengo... tengo... -Me interrumpo, porque lo estoy mirando y la extraña mezcla de rabia e impotencia que advierto en su rostro me encoge el corazón-. ¿Jackson?
-Por favor -dice-. Deja que cuide de ti.


-No sé qué quieres decir.
-Yo creo que sí. Defiéndete. ¿Tienes pesadillas? No huyas de ellas. Lucha contra ellas. Eres fuerte, Sylvia. Lo suficiente para que no te venza tu propia mente.
-No es mi mente. -Y puntualizo-: Es mi historia.
-¿Y qué es la historia sino un recuerdo, casi siempre falso, además? ¿Cómo es el dicho...? ¿La historia la escriben los vencedores? Escribe tu propia historia, Sylvia. Y, cuando lo hagas, ponte como la heroína.


-No quiero que te hagan daño.
-Oh, nena... No pueden hacerme daño. ¿No sabes que tú eres la única persona de este mundo que ha conseguido hacerme pedazos?


Le dirijo una sonrisa radiante y me cuelgo de su cuello.
-Bésame ahora -digo- y llévame a la cama más tarde.
Se echa a reír.
-¿Cómo voy a resistirme a eso? -pregunta justo antes de besarme en la boca.


Me pongo el vestido y me agacho para recoger las braguitas, pero Jackson se me adelanta y se las guarda en un bolsillo.
-No las necesitas.
-¿Estás loco?
-Puede -responde-. Pero eso no significa que te las vaya a dar.

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